jueves, 17 de diciembre de 2009

ÍTACA











Cuando emprendas tu viaje hacia Ítaca
debes rogar que el viaje sea largo,
lleno de peripecias, lleno de experiencias.
No has de temer ni a los lestrigones ni a los cíclopes,
ni la cólera del airado Poseidón.
Nunca tales monstruos hallarás en tu ruta
si tu pensamiento es elevado, si una exquisita
emoción penetra en tu alma y en tu cuerpo.
Los lestrigones y los cíclopes
y el feroz Poseidón no podrán encontrarte
si tú no los llevas ya dentro, en tu alma,
si tu alma no los conjura ante ti.
Debes rogar que el viaje sea largo,
que sean muchos los días de verano;
que te vean arribar con gozo, alegremente,
a puertos que tú antes ignorabas.
Que puedas detenerte en los mercados de Fenicia,
y comprar unas bellas mercancías:
madreperlas, coral, ébano, y ámbar,
y perfumes placenteros de mil clases.
Acude a muchas ciudades del Egipto
para aprender, y aprender de quienes saben.
Conserva siempre en tu alma la idea de Ítaca:
llegar allí, he aquí tu destino.
Mas no hagas con prisas tu camino;
mejor será que dure muchos años,
y que llegues, ya viejo, a la pequeña isla,
rico de cuanto habrás ganado en el camino.
No has de esperar que Ítaca te enriquezca:
Ítaca te ha concedido ya un hermoso viaje.
Sin ella, jamás habrías partido;
mas no tiene otra cosa que ofrecerte.
Y si la encuentras pobre, Ítaca no te ha engañado.
Y siendo ya tan viejo, con tanta experiencia,
sin duda sabrás ya qué significan las Ítacas.

KAVAFIS

miércoles, 2 de diciembre de 2009

LOS MUERTOS QUE NO MATÁIS



Una buena amiga se sintió culpable porque hace un tiempo me abrió el mundo de Gabo Ferro y ahora, en pleno auge de mi crisis depresiva, suelo escucharlo. Pero no hay por qué atormentarse: no hay músicas “suicidantes” y Gabo es, además, una criatura que está más allá de la tristeza y la alegría: es belleza en estado casi puro.
Pero estos diálogos con mi amiga la Atormentada me hicieron derivar hacia otros pensamientos: ¿por qué oigo música tan melancólica, desgarrada, nostálgica? ¿Por qué me fascinan las tragedias de Shakespeare y los héroes muertos de Homero? Y la respuesta no sé si “está soplando en el viento”, pero se me ha acercado, silenciosa: porque creo que el sufrimiento humano se sublima en el arte, porque los fantasmas más tenaces del hombre se exorcizan en los poemas, en las novelas, en un drama.
No tengo que procurar a Coelho o Buscaglia para hallar algo que me reconforte el alma, para que levante el ánimo: para eso me tomo un vino. La literatura y el arte no son pastillitas para no sufrir: son –a mi entender- esencia vital que a veces te fortalece y otras te deja desamparada ante tus propias flaquezas, pues allí están los miedos y la gloria de UN SER HUMANO que, como cualquiera de nosotros, en algún momento sintió el escalofrío de estar vivo
¿Por qué Aquiles es tan bello?(*) Porque Homero sabe que va a morir; desde que zarpa rumbo a Troya, al frente de los mirmidones, comienza a navegar hacia su propio fin. Aquiles es hermoso y trágico, es violento y caprichoso a veces, pero, por sobre todo, es el hombre asumiendo su destino :
Entre una vida larga y apacible rodeado por numerosa descendencia, y una vida brfeve, coronada por la inmortalidad de la gloria, eligió esta última. Por eso lo veo venir eternamente, con su armadura que brilla bajo el sol troyano, él mismo convertido en un sol funesto. Y allí, a las puestas de la ciudad está Héctor, Domador de Caballos, el hijo, el esposo, el padre, el protector. El también eligió morir, pero no por la gloria sino por los suyos. Su mujer se lo predice: “Desgraciado: tu valor te perderá” Y a los dos héroes le llega ese momento supremo, eso que , en algún momento Homero retrata diciendo “…y la noche cubrió los ojos del guerrero”
No le rindo culto a la muerte (ni Homero lo hacía): apenas me estremezco ante la belleza que emana del héroe entregando su vida.
¿Por qué Macbeth es tan fascinante? Porque vende su alma y cuando llega la hora de la verdad –arruinado y cercado como una bestia salvaje- comprende que son otras las cuentas a pagar y las paga con su vida, sin llantos, sin ruegos.
La muerte no es hermosa: hermosa es la dignidad del hombre ante ella, o la mirada del poeta que en ese personaje que se ve a sí mismo y nos ve a nosotros.
Cuando Hamlet cierra los ojos para siempre y Horacio lo despide diciendo “Feliz noche eterna, amado príncipe”, allí no se glorifica la muerte sino que se reivindica la vida, pues la existencia de los sobrevivientes está, para siempre, resignificada.
Y me quedo pensando en el abanderado Cristoph Rilke, (**)en su noche de amor y su amanecer de gloria y muerte, rompiendo las líneas enemigas, empuñando la bandera: pureza del ideal por encima de la sangre y el lodo.
A veces creo que –en realidad- los héroes de ficción mueren para que los antihéroes del día a día, sigamos en esta vida, herederos extraños e impensados de la grandeza que ellos le dieron.
En resumen: por ahora no me pienso morir, sea porque Troya queda lejos y está medio ruinosa, o porque Shakespeare no se va a enterar. Algún tipo de gloria me espera-lo sé- pero la tengo que hallar antes de que se me acabe el pasaje. Aspiro , asimismo, a algunas loas póstumas ya que buena gente soy y alguna que otra cruz he cargado , aunque sea en el bolsillo (lástima que a la canonización no llego, por exceso de parranda).

(*) Me refiero al Pelida Aquiles, héroe de La Ilíada y no al modelo de Calvin Klein que es Brad Pitt en la película Troya.
(**) “Historia del amor y la muerte del abanderado Cristoph Rilke” de Rainer María Rilke

lunes, 9 de noviembre de 2009

DOS POR CUATRO



Cuando -a los ocho años- mi madre me dio la opción de estudiar piano o inglés, ni lo dudé: piano. Eran los años en que el universo entero suspiraba por Richard Clayderman. Lástima que nadie me advirtió que lo que realmente sonaba bien era la tremenda orquesta que tenía detrás, y que él tenía más virtud en mover suavemente su blonda cabellera de príncipe que en pulsar las teclas.
Mas cuando me di cuenta ya andaba nadando entre calderones, semicorcheas y claves (aún hoy odio la clave de DO). Por entonces empecé a soñar con tocar en una orquesta de jazz. Mientras martillaba las escalas del Zcerny-Germer, imaginaba que Count Basy descubría mi talento y me llevaba de gira. Aprendí a admirar a Mozart, pero seguía volando por los auditorios repletos de gente, improvisando con la complicidad de un saxo tenor. Luego vinieron las etéreas barcarolas de Mendhelsson, con mi mano suspendida en el aire, contando los tiempos. Pero para entonces yo había descubierto dónde quería estar: al piano de una orquesta de tango. Era la época dorada de Silvio Soldán, cuando mi madre y yo esperábamos a que Agustín Magaldi Hijo cantara "Nieve", mi padre aguardaba a "Edmundo Rivero", y todos veíamos al Maestro Pugliese dirigiendo a su orquesta, pequeñito y majestuoso frente a su piano de cola.
Es de esos entonces que los compases inicales de un tango me producen fascinación, cuando el piano, las cuerdas y el bandoneón rompen en el aire y, por unos instantes, el cantor aguarda hasta que entonces, avanza hacia el micrófono y comienza a cantar, llevado por ese piano que suena, inexhorable como un reloj, y por los violines que tienen la dulzura y la melancolía del alma. Es un momento de magia: la voz y los instrumentos envueltos en una música perfecta, ajustada, incomparablemente exacta. Por eso no lograba entender cómo a mi viejo le gustaba tanto el Polaco Goyeneche, que entraba al ritmo que quería y que andaba por encima o por debajo, pero nunca con la melodía. No soportaba verlo toser y recitar al mismo tiempo.
Luego corrió mucha agua bajo el puente, y con ella mis fantasías de tango y jazz, los domingos con Silvio Soldán, y mis intentos por volverme un prodigio de la música. Retorné a la villa santa y fui adoptada por el Gordo Basquet y La Mujer. Allí descubrí el tango "de raíz": el Zorzal Criollo con su voz inmaculada, brillando sobre unas guitarras que suenan como una gota en un latón. Amé y amo a Gardel, y peleo con el que diga que el tango no es poesía.
Muchos vinos y difuntos de por medio, me reencontré con Goyeneche y al fin pude entender a ese hombre trágico, lírico y brutal (y hasta el presente no conozco quien le iguale cantando "Desencuentro").
Así y todo, mi corazón permanece junto a las grandes orquestas, el bandoneón de Troilo y -sobre todo- el piano de Osvaldo Pugliese, que comandaba su universo sentado allí ante las teclas prodigiosas.
Tal vez por eso me venga ahora a la memoria un episodio tomado de las modestas bacanales familiares donde no había sátiros ni actos libidinosos, pero sí abundantes libaciones a la sombra del tala, frente a la casa de la Adelaida. La fecha no podía ser otra que el cumpleaños de mi padre, con los hombres guitarreando y bebiendo bajo el árbol y las mujeres dentro de la casa, rezando para que fuera breve. Pero un rico vino difícilmente haga más corta una jornada, así que empezaron los tangos, los valsecitos criollos, la payada de contrapunto ... y el incendio del bosque de Etchandy. En un verano de sequía y sol rabioso de las tres de la tarde los vecinos entraron en pánico y todos tratábamos de hacer algo: corríamos con baldes para ahogar las llamas. A todo eso mi tío Manuel continuaba brindando a la sombrita y, desde allí, señalaba cuándo y hacia dónde teníamos que ir. Llegó un punto en que su mujer -furiosa- le increpó: "¡Pero Manuel: en vez de estar dando órdenes, levantáte y ayudá"... Y la respuesta de increpado se me grabó en la memoria: "¡Qué esperanza!: el Maestro dirige sentado al piano"

sábado, 10 de octubre de 2009

Despierta, Noé, despierta


Ha llovido un montón, hay zonas que se han inundado ¿no te parece que es tiempo de cortar la siesta y emprezar a llamar a los bichitos para dentro del Arca nuevamente? Por las dudas, digo.
Ya de paso me harías un favorcito porque, para ser sincera, por aquí la cuestión está empezando a descontrolarse. Seguramente habrás echado en falta a una docena de perros: el que come basura , las perritas que decidieron que duermen mejor en mi sofá y el gato amarillo que casi fue ultimado por el Michou en un duelo de taitas felinos.
¿No has notado que falta un caballo tostado que adora comer plantas de jardín y abonar mi césped?
¿Y no has echado en falta el mugido de la 81, la inefable vaquita holando que pace en mi jardín y se echa a dormir la siesta en la vereda de la vivienda de enfrente? Para que la identifiques bien te comento que es tan pero tan sociable que, una mañana en que me preparaba para ir al trabajo, abro la puerta y lo primero que me recibe no es el aire de la mañanita sino la enorme cara de 81 que curioseaba para dentro de mi hogar. Simpática y coqueta es (la caravana amarilla con el número le da un toque de estilo) pero no tiene mucha noción de privacidad ¿no te parece?
Ya sé que el tuyo es un trabajo arduo pero, si pensabas abrir una sucursal en mi casa podrías haber avisado.
Despierta Noé, despierta, no quiero llegar a casa y tener que adoptar algún casal de pandas.

PREMIO NOBEL HASTA AGOTAR STOCK


Estoy furibunda, ¡sí señor! ¿Obama Premio Nobel de la Paz? ¿Pero qué les pasa? Todo bien: el hombre luce lleno de buenas intenciones y encaró de frente la recesión pero ... ¿da para tanto? Afganistán sigue lleno de marines, Guantánamo apenas se "reconvirtió" ¿y? ¿Dónde está la denodada lucha por la paz? Si es por buenas intenciones que se da el premio, la fila llegaría de aquí a Cabo Cañaveral.
Todo bien que Obama tiene pinta de buena gente y Michelle es elegantísima, que en pleno desfile de asunción se bajaron y saludaron a la gente en la calle pero ¿Y la paz mundial? Me parece que se apuraron feo.
Tampoco concuerdo demasiado con los otros candidatos que había pero ¿qué hay de los líderes comunitarios que han pasado la vida jugándosela en medio de guerras civiles, denunciando torturas y explotación? ¿qué hay de los que han dejado la vida en los campamentos de refugiados para que la gente al menos sobreviva y para que los Señores de la Guerra dejen de fabricar conflictos donde vender más ametralladoras?
¡Estamos todos locos!
Pero tengo una teoría: esto es como cuando la nena deja un novio impresentable y trae otro que al menos parece gente; los padres lo van a recibir como si fuera el príncipe azul, todo lo que haga será maravilloso. Y acá pasa algo semejante: salir de George W. Junior a Barak es un gran paso. No voy a mencionar lo del color de piel porque Obama desde que fue electo Presidente de los Estados Unidos es blanco como Paris Hilton (incluso para los rancios sureños que le estrechan la mano pensando cuánto se parece a los negritos que les plantablan el algodón y les lustraban las botas). Pero creo que este es un premio por ser mejor que Bush. El comité del Nóbel, así como el resto del mundo, aún no debe poder creer que la llamada nación más poderosa del mundo haya dejado de estar gobernada por un asno y haya pasado a ser gobernada por un verdadero Homo Sapiens (y uno que no se atraganta con galletitas Pretzel).
Ahora,gente, con la mano en el corazón: ¿de qué logros hablamos? Ni siquiera esperaron, tanta era la alegría de no tener que oír más los tartamudeos de George W. hablando sus guerras inventadas que no las creía ni Petete.
Pero este Nobel abre un precedente muy importante a tanta gente que lucha o piensa luchar por la paz: le voy a avisar al Agropecuario que lleva 20 años apartando piñatas en la bailanta y a los adscriptos del liceo que tienen un master en prevención de pugilato juvenil.

miércoles, 7 de octubre de 2009

SIGUE SIENDO ROCANROL





Me miro en el espejo
y me veo un poco viejo
para andar cantando rock
Hace tanto fui rockero
que mi campera de cuero
en el ropero se aburrió

Rebeldía, todo el dia
eso era el rocanrol


Me gano la vida con palabras. A veces fluyen de mí en forma de armonioso discurso y otras veces forcejean para librarse de mi lengua trabada por el cansancio.
Nací predispuesta al habla y tal vez por eso puedo hablar del tiempo, de música, de la dieta saludable, de los hombres, de fútbol, de la vida ajena, de filosofía y de casi cualquier tópico. Pero siempre me resistí a hablar de enfermedades; me parecía cosa de hipocondríacos. No obstante, desde que me volví frecuentadora de salas de espera, depuse mi aversión a ese mundo de puntadas, temblores y mareos.
Con la Tónquina, los diálogos telefónicos y en persona se han vuelto considerablemente más sustanciosos ahora que compartimos experiencias de calambres, pastillas para la hipertensión, y el dolor que te empieza acá y te corre todo por aquí.
Además, ahora que la mitad de mis amigos usan lentes de aumento y la otra mitad hace fila conmigo para repetir medicación creo que es tiempo de ampliar mis horizontes y el asunto de mi prosa. Las largas melenas se han ido plateando con las nieves del tiempo (sólo que con esto del cambio climático las nieves llegaron antes de lo previsto). Pero esta bueno este proceso "geronto-grupal" porque uno se siente más acompañado en eso de contar mil veces la misma historia a la misma persona ya que ésta te cuenta mil veces a vos la misma historia también.
Con el Agropecuario hemos batido todos los records de historias "milcontadas"; lo gracioso es que mientras él me va haciendo el relato cae en la cuenta de que ya me lo hizo y yo sigo escuchándolo como si fuese la primera vez hasta que, por allá, dejo caer un inicio de frase: "Sí: ya ..." y sigo escuchando el relato. Sucede igual a la inversa, cuando la narradora soy yo y el compasivo oyente es él. Ambos hemos arribado a la conclusión de que éstos y otros episodios son un buen ensayo para la vejez que-de seguro- no nos va a tomar por sorpresa.
Con La Mujer nos unen infinitos lazos, pero en los últimos tiempos hemos descubierto otro vínculo: ambas poseemos un barómetro personal;cuando a ella le duele la zona lumbar y a mí la pierna derecha, seguro que viene tormenta.
Con el Gordo Basquet, además de castigarnos con Pink Floyd y admirar la fotografía de las películas de Zhan Yimou (el que hizo Héroe, la de Jet Li), también podemos llegar a recitar episodios enteros de los Backyardigans y polemizar acerca de los amiguitos de Barnie.
Pero cuando nos juntamos en algún cumpleaños de 15 siempre me da la misma sensación de cuando veo una reunión en escena de Led Zeppellin o The Who: la barra no se mueve como antaño pero la mística sigue intacta:

Rebeldía, todo el dia
sigue siendo el rocanrol.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

LOOK SAUVAGE


Mirarse al espejo es un ritual antiguo como el que más: puede uno mirarse para retocarse el rimmel, para acomodar el jopo, para cubrir la calva con los cabellos sobrevivientes, para arreglarse el bigote... todo va en la edad, el sexo y demás condiciones. Yo también formo parte de los narcisos que asoman diariamente a ese engendro cruel que miente menos que el mejor de los amigos. La diferencia es que lo hago tan sólo para pintarme los ojos ... y comprobar que mi cabello está como siempre: alborotado sin remedio, orientado a los cuatro puntos cardinales.
La mayor parte de los días presento un aspecto de venir bajando de Sierra Maestra sólo que sin barba (de eso se encarga mi pinza de cejas). Y las cremas antifrizz no pueden luchar contra los vientos de primavera, esa manga de demonios desatados por el Barrio Frío.
Hago estas profundas reflexiones previo a lanzarme a una nueva jornada de soplos violentos en la Cuchilla Grande. Andaré por la principal avenida luciendo como la hermana menor de Mufasa, el padre del Rey León, pero es el precio de la libertad: ni planchitas, ni laciados ni rodetes: puro cabello desmandado y enemigo del peine.
¿Serán los beneficios de la madurez? ...¿o los primeros vestigios de la senilidad? Se aceptan apuestas.

lunes, 21 de septiembre de 2009

LA DIMENSIÓN ALMODÓVAR


No recuerdo exactamente cuándo dejó de ser así pero, en mis veintes el mundo solía estar dividido entre la gente a la que yo pertenecía ( o creía pertenecer) y el resto de innombrables criaturas llenas de rituales de consumo, blusitas con hombreras y aspecto de señoras. En la parte de mundo que yo habitaba, en aquel territorio liberado, estábamos los que hacíamos todo a conciencia y militábamos contra el establishmen. Andar de alpargatas donde se pisaba de tacos, poner cara de asco cuando pasaba un desfile militar, mirar con un dejo de conmisceración a quien nunca habia entrado a Cinemateca: esa era la actitud correcta.
Lejos estaba yo de saber lo que el tiempo y los años terminan por hacernos (y enseñarnos). No importa cómo te imagines o planees el futuro: él siempre se las arreglará para resultar otra cosa. Algunos llamarán a esa transformación de tolerancia, otros decadencia; alguien dirá que es madurez, y alguien más sostendrá que es resignación.
Fukuyama nos asustó con el fin de la civilización y la gente se puso a vivir como locos, por si era lo mismo que el fin del mundo ( total: tampoco habíamos leído a Nostradamus).
Más allá de los más allá estaban los 30, a los que entré como Kanela en Isla de Flores. Después las llamas se volvieron brasas y algunos príncipes que faltaron a la cita enviaron sapos en su representación. Y comencé a descubrir que, además de la biografía del Ché y la de Novalis, la azarosa existencia de Moria Casán con sus maridos dependientes y medio golpeadores resultaba interesante, así que me dí al consumo de historias baratas (en la misma clandestinidad en que oía cumbia).
Empecé, pues, a bajar la ladera del Olimpo. Por el camino hallé a Compay Segundo y Buena Vista Social Club, a Carlos Gardel, al Conjunto Casino, a los tapados de feria americana, a las ominosas botas de goma para afrontar los diluvios de Santa Clara ... y tanto más.
Del planeta Borges al planeta Benedetti. De la dimensión Wim Wenders a la dimensión Almodóvar, a descubrir el mundo real,, bizarro y sentimental, repleto de nobles y retorcidos. Hallé cómplices ante los que revelar que siempre amé a Sandro, que no enriquecí mi vocabulario leyendo a Flaubert sino a Corín Tellado, que Onetti me cansa y que siempre lloro con las comedias rosa.
La dimensión Almodóvar es -definitivamente- mejor: está perdonado no saberse la discografía completa de Nick Cave y el preferir las ofertas de Tiendas Montevideo a las carísimas inutilidades de la Compañía de Oriente.
Bamboleando mi humanidad en la cumbiamba y pedaleando las calles de la Villa Santa vine a entender que ser elitista no es lo mismo que ser culto, que ser inteligente no exige ser intolerante, y que había pasado media vida armando un personaje para que me quisieran, un nombre para entrar en el templo de los iniciados y cuando llegué a la puerta ... simplemente no valió la pena entrar.
Puedo discutir qué es un paradigma mientras oigo en el asiento de al lado quién dejó a quién por quién. Eso es mucho más parecido a la vida que empaparse de teatro experimental y música de vanguardia para luego apretujarse en un Mac Donald´s por una cuarto de libra con queso.
Entonces Maestro Almodóvar: estoy lista; ya puedo usar ropa a lunares y cantar música demodé. Lo supe la mañana en que mi hija me esperó en el patio de su escuela con una sonrisa más ancha que mi vida toda ... y la maestra nos puso a bailar en ronda, agitando corazones de cartulina y cantado con el inefable Palito Ortega "La sonrisa de mamá"

martes, 18 de agosto de 2009

ALTA COPLA ALTA



Hace dos sábados,me levanté de la postración gripal, envuelta como una beata y marché a una guitarreada de amigos: los Copla Alta volvían a tocar en Santa Clara después de larga ausencia. Me senté en primera fila con el indisimulable orgullo de saber que están definitivamente expulsados de la Cofradía de los Eternos Empezadores, aquella irónica y virtual entidad que el Tato y yo creamos en una de esas noches de invierno donde todo parece estar detenido. Néstor, no muy convencido había firmado el acta fundacional y mientras templaba guitarra y garganta junto a Alejandro, su compañero de ruta y trasnochadas, supe que ya no pertenecía a aquella historia escrita con la rabia de lo que empieza y no sigue andando. Los Copla continuaron su andar y se desvistieron del estigma de los Jóvenes Valores Locales.
Pese a todo, cuando empezaron a cantar viajé hacia atrás en el tiempo en que uno era un gurisito protestón y el otro un taciturno vocacional, a los tiempos de los zapatos apretados y las primeras ganas de comerse el mundo cantando.
Cumplí con mi papel de doña mandando a callar a los gurises y a los parroquianos que suelen hablar a gritos como si estuvieran en la feria (ventajas de la edad, que le dicen; y esperen unos años, cuando los haga callar a bastonazos).
No podía siquiera imaginar que allí comenzó una especie de canción interminable que duró más de seis horas, abriéndose camino en la madrugada, desgranando historias de amor gaucho, domadores, prendas ingratas y pescadores de sueños tristes. La historia desandó camino mientras cantaban los gurisitos, que dejan brotar las canciones en ese lenguaje de los guitarreros, donde hay mucho más que palabras y acordes: cuando uno se pierde, con una mirada le pide disculpas al otro, como cuando en medio de la cumbiamba pisás al bailarín y sólo un gesto basta para seguir el paso. Me recordó aquellos versos de Octavio Paz: "Bailar el baile sin perder el paso/ beber y en la elmbriguez asir la vida" Aquella noche algunos trataron de asirla, pero la vida siguió de largo.
Mirando alrededor supe que estábamos entrando en esa hora que las bebidas espirituosas empiezan a teñir de un aura imperceptible que cierra unas puertas y abre otras, el tiempo en que de los vasos comienzan a brotar personajes escondidos, nostalgias nuevas y muy antiguas.
Después de la hora de los gatos pardos, se abre el zoológico entero, galopa campo afuera la fauna del Uruguay Profundo; el mostrador ya no da para un codo más y los rostros se van tiñendo de colores raror y los gestos se transforman.
La madrugada es una patria ancha y triste donde viven los que no se atreven a aflorar de día. Casi es un pecado no ser un solitario a esa hora. Desfile extraño el de esas horas; figuras grotescas bailotean alrededor de los cantores, al ritmo de otra música que no es la de los guitarreros; son fantasmas que bailan con la propia sombra, que acompañan a la propia soledad.
Cuando supe que había bebido suficiente nostalgia, futuro y whisky, me envolví otra vez en el manto de beata y marché a casa tarareando una de esas letras que sólo la licencia poética puede admitir: "No le duran las mujeres/ las gasta en el baile/ es gran bailarín"
Alta copla alta: ¡que noche para volver a encontrarnos!

martes, 4 de agosto de 2009

Y ME GUSTAN ESOS RAROS MARCIANOS NUEVOS


He dicho hace poco (y lo sostengo) que saludar en el pueblo es todo un arte, cultivo de tradición y fortalecimiento de vínculos. Pues bien: la modernidad vino a complicar las cosas. La mudanza llegó de la mano de una ordenanza de tránsito: la obligatoriedad para los motociclistas de usar casco. ¡¡Estamos prontos!!, ahora sí que complicó. Si ya era difícil andar repartiendo saludos cual Reina de las Llamadas entre un mar de gente conocida, ahora es casi misión imposible. Saludar seguimos saludando pero... ¿a quién? ¡Ah, eso tal vez nunca lo sepas! Los cotidianos y apreciados habitantes de la Villa Santa han sufrido una horrible mutación: ahora son un exótico grupo de seres con la cabeza cubierta por esa especie de tocado de astronauta. Entonces tus categorías se alteran completamente: aquel con quien no te das hace diez años recibe un fervoroso saludo de tu parte, habiéndolo confundido con tu solidario vecino; la adorable señora que, temerosa a las multas, se calzó el gorro de extraterrestre recibe de tu parte apenas un displiscente gesto porque la supusiste nueva en el pueblo ,y así la vas llevando: rodando entre anónimos conocidos de siempre.
¡Y bué! los santaclarenses hemos hallado una nueva forma de escaparle a la rutina, jugando a adivinar quién va y quién viene, transfigurado por el nuevo look cuasi-alienígena.
¡Que cosa esto de los tiempos modernos!

EL ARTE DE SALUDAR


La vida de pueblo exige¨ el cultivo de artes peculiares, de ritos que hacen parte de nuestra identidad. Tal vez uno de los más complejos sea el arte del saludo: ¡sí señor! ¿acaso cree usted que saludar es únicamente decir ¨hola ¿qué tal?¨y nada más? Error. sería así de fácil si ambas partes involucradas estuvieran en movimiento, pero ahí es justamente donde la cosa entra a complicarse. Prueba tú a salir a hacer los mandados y saludar al señor que está sentado o parado a la puerta de su domicilio conocido.¨¿Cómo anda Don?" Seguirás tu trote-camino rogando que no haya cola en el Banco o que la UTE no haya cerrado. Cuando vuelvas, el señor estará allí mismo donde estaba en la primera ocasión: ¨¿Todo bien?"
Claro, tu jornada no se detiene ahí y tendrás que galopar hacia el trabajo; para ello habrás de pasar ... por donde el estático señor:¨¿Y...? ¿Cómo anda eso?" (no hay nada que ande porque el buen hombre simplemente está). Emprenderás el regreso ya pensando en qué preparar para la comida pero -hete aquí- en tu camino está el inefable señor que a esa altura forma parte del ornato público. Echarás mano del ingenio y dirás algo así como ¨¿Tónces...?" Cualquier cosa antes que ser antipático.
Pero suponte que aún te aguarda una nueva salida (por ejemplo: a comprar la otra mitad de las cosas que olvidaste).Ahí sí: apelas al infalible recurso meteorológico (¨¿Qué tiempito ¿eh) o cruzás de vereda porque ya se te habrá agotado la lista de frases de circunstancia, vencido por la tradición de estar, esa que te obliga a perfeccionar el complejo y ancestral arte de ser simpático en el pueblo.

EL AMOR EN SANTA CLARA


¨Eu só quero um amor tranquilo,
con sabor de fruta mordida¨

Enamorarse de la propia soledad es uno de los peligros de andar por la vida presumiendo de gente superada, más allá de esas prosaicas cuestiones humanas tales como prendarse de otro ser humano, perder el suelo en que uno pisa y sólo tener lugar en el estómago para un montón de mariposas.pero ya está: aconteció ,y sin vuelta atrás. Sin embargo recuerdo cómo era esperar junto al teléfono sintiendo que ese bendito aparato era la diferencia entre vivir o agonizar de pena; no olvido la sensación de plenitud de los amores de banco de plaza ni la pasión envenenada de los amores perros. Tal vez por eso gusto tanto de mirar lejos y decir con aire de Tita Merello que, un día, decidí no enamorarme más.Ya sé que es mentira, que uno no puede decidir sobre algo que está mucho más allá de la propia voluntad, pero queda poético dicho al son de los cubos de hielo de un scotch a la hora de los gatos pardos y, además, la vida me ha sido favorable a la hora de ser fiel a mis dichos.
De todos modos guardo alguna foto y una tarjeta, testimonios que sobrevivieron a la construcción del muro y que no han parado en la hoguera porque sabiamente los perdí entre mis papeles. Alguna que otra vez intenté hallarlos pero me distraje mirando comedias de amor, historias de la media naranja que, al final, siempre logra completarse.
Buen refugio para solitarios esta Villa Santa.

miércoles, 22 de julio de 2009

AL MÁS RAMÍREZ DE LOS ÍPEZ



Hay gente que no está cada día a tu lado, que no se sienta a diario a tu mesa ni escucha tu largo historial de penas y que, sin embargo, forma parte del paisaje de tu vida, sea cual sea la época que se te venga a la mente. Tal es el caso de Carlos (Carlinhos Brown, como me gustaba decirle).
Era dueño de un humor muy particular ,y bien dueño, porque lo mostraba sólo cuando le parecía momento y tenía ganas. No era de andar regalando gestos por compromiso porque no nació para las formalidades.Su reino era un ancho mostrador tras el cual iba y venía sirviendo copas y asados con una estampa que los años fueron engrosando.
Mi madre solía decir que nadie en el mundo le recordaba tanto a mi padre como él, con ese temperamento endemoniado , un inigualable rostro de pocos amigos y la vocación de solitario. Más allá de nuestro parentesco yo fui su cliente durante muchísimos años y sabía cuáles eran los días de hacer un comentario jocoso y cuáles los días de apenas hacer el pedido (de última soy maestra en el arte del mal genio familiar).
Pero Carlinhos Brown era un tipo capaz de hacer surgir de aquel rostro cerrado, impenetrable, una risa inesperada que te invitaba a reír. Una oscuridad con destellos de luz. Por eso yo lo asocio a la alegría (al fin y al cabo le deberé siempre a él y a sus hermanos las Navidades más felices de mi vida, con asado y tinto y fuegos artificiales en la calle).
Hace unos días, estando yo lejos, persiguiendo el sueño del Archivo Santa Clara me deparé con la noticia de que se había muerto. Muerto... muerto... No: ese no es un estado que le pertenezca, no lo ví y no lo veré de ese modo. Estará quién sabe dónde riéndose del pintoresco arte popular que hace más buenos, más lindos y más simpáticos a los que se han ido.
Así son las cosas, Carlinhos Brown. Tan así, que muchas veces son como ellas quieren y no como las deseamos. Claro que no me voy a olvidar de vos y en esta Navidad te voy a dedicar el brindis, a lo Ramírez: alma triste y rostro alegre. Que la vida se vaya cuando se tenga que ir, pero eso sí: bien vivida.

Dedicada de alma a Carlos Ípez Ramírez

sábado, 27 de junio de 2009

RELOJ, NO MARQUES LAS HORAS


Me he detenido en el tiempo. No sé quién está primero en ningún ranking, no consigo nombrar siquiera un grupo de rock surgido en el siglo XXI, amo cada vez más las catedrales góticas y no tengo idea de cómo se llaman los estilos arquitectónicos del presente; hablo en blanco y negro en lugar de en color, y pienso en sepia.
Desistí de los bailes donde me hallo como un San Bernardo en Bariloche: agobiada de quiceañeros. Y 1993 es apenas ayer.
No estoy especialmente preocupada por ello pero sí extrañada, creo que es el espíritu de las fotos del Archivo en el que trabajo, o tal vez la proximidad de los 40(año que viene). Ando ahí, entre dos tiempos: la circunstancia en la que trabajo y obro en el mundo exterior, atiendo a la cotización del dólar y pago las cuentas con recargos nacidos del más estricto presente, y la otra circunstancia, la de puertas adentro donde sucumbo al pasado, al universo de las serenatas, los asaltos de carnaval, la psicodelia, la horrenda moda de los 80 ,las aventuras de Nippur de Lagash, y no hay límite ni final.
No se trata de un tiempo mejor-mejor está el presente que es donde puedo parrandear de vez en cuando- pero es una llamada a la que no consigo resistirme.
En una de esas es que el presente me da pereza y el pasado ya está hecho (aunque cambie de forma todo el tiempo),o tal vez sea que -simple y sencillamente- tomé valor para mirar hacia atrás y en lugar del "infierno tan temido" me aguardaba un paraíso nostálgico donde me he ido amigando con mi historia, aceptando que hay preguntas que nunca tendrán respuesta y revisitando la vida, caminándola con paso más seguro, oyendo más, despreciando menos.
"Toda mi vida es el ayer que me detiene en el pasado. Eterna y vieja juventud que me has dejado acobardado como un pájaro sin luz" canta por siempre el Polaco Goyeneche. Bellísimo. Pero tampoco es eso: debe ser el invierno. Seguro. Bendita estación de los fríos que enclaustran.
Mañana abriré la puerta bien tempranito y habré de salir al año 2009, a los amigos de siempre, que serán entonces 24 horas más viejos, con el viento en esta cara que se arruga con paciencia y dignidad. Pero tan bien acaben las obligaciones del día voy a correr donde Elvis para que cante "Oh Happy Day", elevándose a un cielo que tal vez nunca encontró.
Y sí: el pasado es asunto de valientes y de cobardes. Cuando tomo coraje vuelvo, y cuando me atemoriza también.

jueves, 14 de mayo de 2009

"ELLOS DICEN QUE MURIÓ"


Las mañanas del liceo de Santa Clara tienen su propia atmósfera: gente somnolienta pero recia que encara los madrugones con un mate y una sonrisa. Ahí, por lo general se habla del tiempo,de los hijos, de alguna enfermedad, de las libretas y de cuántos hijos lleva reconocidos el Presidente Lugo. Pero recientemente me aconteció entrar al recinto y -no sé explicar cómo- entramos en un clima esotérico.
Todo nació de una charla casual entre Mariela y el Zorri acerca de unas 77 cuadras de campo que ella pensaba comprar y él aportaba datos para la posible transacción. Hete aquí que, cuando se mencionó el nombre de la actual propietaria surgió lo inesperado: Requeteque y Grace al unísono exclamaron: "¡Pero Fulana murió hace siete años! "¡Como! Si yo hablé con ella hace unos días"-afirma el Zorri convencido pero con un leve temblor de mentón.
Allí comenzó a soplar una brisa extraña y un silencio de desconcierto invadió a los mateadores. Para hacer aún más extraña la conversación, Grace testimonió haber visto a la señora propietaria dentro de un ataúd ya que ¡había ido al velatorio de la susodicha!
La certeza del Zorri se transformó en una duda incipiente y allí quedaron los dos bandos: cada uno en una orilla del Aqueronte. Los de la tesis mortuoria discutían con fervor mientras el Zorri repetía cada vez más dubitativo: "-Pero si yo hablé con ella hace poco"
Para entonces nos sobrevolaba una imperceptible tiniebla y comenzamos a sospechar que nuestro alegre compañero tenía línea directa con el más allá (y él también valoró la posibilidad). Cada tanto declaraba con un leve temblor en la voz: "Bueno: ellos dicen que murió", pero igual seguía ofreciendo las 77 hectáreas a Mariela que ya no sabía si consultar por celular o jugando al juego de la copa.
Durante varios días hubo averiguaciones, llamadas, interrogación a posibles testigos , un "Se busca viva o muerta" hasta que la aventura esotérica (a la que sólo le faltó una tabla uija) culminó -para variar- a lo García Márquez: la señora en cuestión efectivamente goza aún de existencia terrestre ...y Grace -llevada por su solidaridad- había ido a velar una muerta que no era y había presentado condolencias al cuñado de la occisa en la absoluta convicción de que se trataba del viudo!!!!!!!!!
En fin: larga vida a la pequeña propietaria. Igual-por si acaso- cuando vuelva a llegar temprano a Sala de Profesores llevaré una copa o una tabla uija... en una de esas descubrimos que Elvis no ha abandonado el edificio o que John Lennon anda por algún barrio de Manhattan.
Y cuando vean a Grace entrando a una sala velatoria acérquenle primero todos los datos del difunto ...sólo por las dudas.

*Dedicado a Ruben Ferreira Chávez con todo cariño (y un crucifijo en el bolsillo, por las dudas).

CUANDO YO ERA "MAL DE LA CABEZA"


>"Cuando estés mal, cuando estés solo, cuando ya estés cansado de llorar no te olvides de mí porque sé que te puedo estimular"Ser yo no es fácil. Cargar con una mochila de libros y otra de contradicciones no es tarea de poco aliento, pero no me quejo: me tocó una existencia donde he tenido y tengo de todo: amigos, amor por la música, miedo a los perros, gastritis crónica, vocación profesional y ... neuronas intermitentes.
Cuando tuve la primera crisis de depresión, luego de estar encerrada cuatro días a cal y canto fui donde el médico y fui presentada oficialmente con mis neurotransmisores que son unos pequeños demonios que, hartos de hacer circular mis ideas y emociones decidieron mandar la serotonina para donde se les antoja y no para donde deben. Conclusión:allí empezó mi etapa de depresiva con carnet de identidad. Lo raro para muchos es que no luzco como si se supone (o como yo suponía que se veían los depresivos). Al contrario: atormento a mis amigos y alumnos con frases cuasi escandalosas y bromeo hasta el límite del sadismo. Me gusta reír y actuar en mis clases como si estuviera en un escenario y bromeo especialmente acerca de mi persona y de mis demonios interiores que a esta altura se han vuelto colectivos. Y sé que más de una vez hago reír a otros por ese espíritu de clown que heredé de mi padre con nombre de héroe patrio y vida de malandro carioca.
"Cuando me mires a los ojos y mi mirada esté en otro lugar, no te acerques a mí porque sé que te puedo lastimar."Pero tengo días funestos en que mis palabras viajan mucho más rápido y más allá que mis intenciones y digo frases incendiarias y crueles (a veces creo que en otra vida fui un ofidio).Ahí es donde pierdo momentáneamente algún cariño que recupero cuando el o los ofendidos se dan por vencidos y recuerdan que me quieren igual aunque no sepan bien por qué. Y bebemos unos mates de reconciliación
“No pienses que estoy loco: es sólo una manera de actuar."
Cuando anduve buceando por lugares de mí que ni yo conocía tuve un poco de miedo de no volver a la superficie, pero me acordé que allí estaba una niña luminosa como un sol y una banda de incondicionales y unas tías que me querrían aunque estuviera más loca que gato en la bañera. Pues sí: emergí más clara (aunque no sé si más sana) y con un invisible cartel que dice "CUIDADO: LE PUEDE DAR LA PATALETA". Ante la menor sombra de tristeza o las más leves ojeras siento a mi alrededor una alerta silenciosa, un estado de vigilia que me llena de ternura. Y, a veces, uso la patente de loca para que no me rompa los cataplines gente con la que no tengo ganas de hablar ( si hallo la manera de echar algo de espuma por la boca, ahí sí estaría a salvo de todos los necios del mundo, menos de mí).
Tengo una queridísima amiga y compañera de trabajo que me vigila desde su puesto de trabajo y verifica cuidadosamente los papeles que me da a firmar rezando para que no me provoquen una pataleta y salga corriendo a acostarme a oscuras. Pero eso ya casi no ocurre: los neurotansmisores huelguistas ya son íntimos amigos con esta mente que los alberga y diariamente negociamos las dosis de tristeza o euforia
"No pienses que estoy solo: estoy comunicado con todo lo demás." Como nunca oculté lo que me pasaba (ni tampoco hice bandera de ello) la cuestión es parte natural de mis relaciones y charlas diarias. A mis propios alumnos, cuando me quedo en blanco o elaborando mentalmente un concepto les advierto: "Silencio: estoy tratando de hacer sinapsis" y ahí seguimos el corso como si nada.
Con sus luces y sus sombras, es un buen personaje este que salió del lodo: una post adolescente de 39 años que usa las palabras como arcilla para moldear un arte modesto pero propio.Y -para qué negarlo- descubrí que en esta gran cabeza -también producto de la genética familiar- caben más ideas de las que sospechaba y ahí voy: manoteándolas para que no se me escondan otra vez.
Definitivamente Charlie García tenía toda la razón cuando compuso esta letra que le estoy plagiando. Y que no me reclame nada proque al instante pongo ojos exhorbitados ... y aduzco locura temporal. Tomá Freud!!!!!!!
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domingo, 22 de febrero de 2009

MUJER, MUJER, MUJER: LIBÉRATE


Mujer de Santa Clara, mujer del mundo, mujer globalizada: ¿eres tú independiente?
Si has respondido que no, te invito a que sigas leyendo. Si has respondido que sí, también.
Tienes un trabajo, ganas tu dinero, te mantienes sin pedir ayuda a otros u aportas tus ganancias al seno familiar, has hecho cursos de computación, dactilografía , grabado en cuero, danza de salón, pintura en tela, doma racional, etc. Has estudiado para ser médica, maestra, profesora, ingeniera agrónoma o astronauta. Te sientes pues, una mujer independiente, con un rumbo que tú misma vas trazando. Incluso la maternidad y el sexo te dan un sentido de poder a veces oculto, otras explícito.
Pues bien, aquí viene la mala noticia NO LO ERES. Y la respuesta no necesita ser explicada en muchas palabras.
Simplemente piensa en una lamparilla quemada a una altura que requiere de una escalera de esas bieeeeeeen altas para sacarla. Da inicio entonces la procura del hombre que la tiene; llegas a él y resulta que la prestó a alguien que, a su vez la prestó, y que más tarde la devolvió …rota. Te subirás a una silla montada sobre una mesa que tendrá encima un banquito y entonces lo lograrás. Descenderás de la pirámide con un sentido de triunfo.
Mas ahora quiero que pienses en otra situación: el enchufe que, sin dar aviso, simplemente explota. Ahí saldrás en busca del electricista que pueda sacarte del apuro y reparar ese vital elemento del que dependen tu computadora, tu plancha, tu radio y tu televisor. Cuando al fin le das alcance (tras largas averiguaciones, persecuciones en moto o bicicleta e innúmeros llamados a celulares con correo de voz), le dirás con angustia cuál es la tragedia doméstica que te ocurrió. “Ah, bueno, ahora estoy tapado de trabajo, pero en cuanto pueda me doy una vueltita” (el trabajo lo tapará como si lo hubiese sepultado, porque no lo verás en tres semanas) o “¿Es una toma xrz3#&2mm o es una ñ[yy@%1cm? Con humilde sinceridad le responderás que es un coso para enchufar el grabador y esperarás a que revuelva en esa caja de Pandora que suele llevar…y no encontrará. Tú irás a un comercio del ramo y le explicarás al vendedor la nada que entendiste y el vendedor hará una práctica de adivinación para venderte algo que … no es. Ahí volverás en varias ocasiones hasta que el operario, cansado o compadecido, irá motu proprio y comprará el aparatejo.
Con infinita crueldad y resentimiento te propongo otra caso ilustrativo: decidiste poner cortinas nuevas en el comedor, pero las paredes de ahora son “anticlavo”, así que necesitarás un taladro y, si no tienes uno en casa, abrirás nuevamente las puestas al inefable operario de amplia sonrisa y frases tranquilizadoras: “Pah! Estas paredes son durísimas, se me va a quebrar la mecha del taladro, vamos a intentar más abajo “ y PRRRRRRRRRRRRR… los famosos tacos fischer para tus lindas cortinas color añil, quedan instalados en tanto tú piensas qué adorno colocar en el agujero tamaño cráter que quedó encima. Pero, en fin, siempre hay algún lindo adorno que te trajeron de algún viaje y lucirá muy bonito.
Ahora cierra los ojos y piensa: se rompió un caño en aquel sitio sagrado de tu casa al que concurre la gente, donde hace fuerza el más cobarde y se desgracia el más valiente.
Aparece en escena un nuevo miembro de la cofradía y tú correrás a buscar dónde queda el maldito pase de agua y harás surcos trayendo y llevando caños de medidas erradas hasta dar con el correcto que es… corto. Bien, con buena voluntad y la bienamada cinta de teflón lograrán conjurar la amenaza y podrás abrir las canillas y tirar la cisterna sin temores.
¿Y qué tal si necesitas una nueva mesa cuyo tamaño no coincide con las que hay disponibles en plaza? Já: habrás de ir donde Maese Carpintero, le darás las medidas y te sentarás. Esperarás a que crezca el árbol, a que un forzudo hombre lo tale a motosierra y otros forzudos hombres le saquen la corteza y lo transporten. Luego deberás aguardar a que le den forma de tablones. Entonces se iniciará una negociación del carpintero con los vendedores de madera que será algo menos compleja que sacar visa para los Estados Unidos. Finalmente, la madera llegará al taller y el carpintero iniciará su larga y paciente labor, mirando su reloj ,que marcha muuuuuucho más lento que el tuyo. Cuando al fin llega el preciado objeto a tu hogar lo acunarás como a una criatura porque, en definitiva, lo has esperado más que a un hijo.
Volvamos entonces a lo del principio: ¿Eres tú una mujer independiente?
¡¡¡¡CLARO QUE NO!!! Y lamento en serio tener que comunicártelo, tan luego yo, que viví casi 30 años en esa ilusión.
Entonces mujer (in)dependiente de Santa Clara asúmelo: tu independencia no la declararon el 25 de agosto de 1825: tu independencia estará escrita y rubricada cuando recibas tu diploma de electricista, plomera, carpintera y- si tienes computadora- de técnica en informática.
Pero mientras tanto podemos echar mano a algunos trucos. Por ejemplo, no sería mala idea hacerles creer a los inefables prestadores de servicios que tenemos en casa un muñequito de vudú que se parece mucho a ellos y al que le clavamos alfileres en lugar muy apreciados por ellos, o que fuimos a Brasil y aprendimos una macumba de las buenas. La escalera llegará sana y a tiempo, el enchufe está pronto en el día, el caño será de la medida correcta y la mesa parecerá hecha en un Mac Donald de tan rápida.
Entonces, mujer, mientras aguardas tu diploma de cerrajera profesional, emplea otros recursos y si nada de eso funciona …LLORA. No es muy emancipador pero es infalible.

sábado, 14 de febrero de 2009

El aristogato



Todos los gatos se parecen a Charles Bronson, menos el mío. Èl se parece a Cary Grant. En un tiempo llegué a considerar que tenía un aire a Humprey Bogart, pero no, porque el Michou [míyu] es recio pero bonito.
Jamás me gustaron los gatos. Y no es por esa cosa de que son demasiado independientes y que hacen lo que se les da la gana y no lo que uno quiere, contrastando con la obsecuencia de los perros. No se trata de eso, al contrario: lo que más quiero en la vida es que no dependan de mí. El tema es que los seres de ojos rasgados me producen una inquietud indescriptible, una sensación de escrutinio permanente y los gatos son especialistas en mirarlo a uno con ese aire de “sé lo que hiciste el verano pasado”
En fin, este sujeto que habita mi casa por decisión propia e inconsulta se ha incorporado al núcleo familiar con un sentido de pertenencia rayano en el atrevimiento. Comenzó a venir, le gustó la paz del lar, la tela del sofá para arañar y mi natural desapego para con las criaturas. Eso (y la comida) sellaron un pacto mudo entre nos y se mudó con su andar de rey melancólico y su insoportable territorialidad. Es un obsesivo de la posesión y tuve que dirimir ,chancleta en mano, varios conflictos que involucraban a otros felinos y/o disuadirlo de continuar rubricando las aberturas de mi casa con su orina.
Medió otro tanto de violencia en grado de tentativa cuando trató de afincarse en nuestras camas (la violencia fue mía que lo tiré por los aires; la tentativa fue suya ,que no pasó de intentar). Entonces sí comenzó una relación de cariño inédita para alguien que aborrecía a los gatos y para alguien que no parecía tener mucha onda con los humanos. Arañó a Pastora sólo las veces necesarias para hacerle entender a la niña lo que es respeto y distancia y ensució adentro sólo una vez para mostrarme que cuando maúlla de cierta forma es porque se trata de urgencias del cuerpo.
Pero tiene también su lado oscuro, su veta de sátiro y algún rasgo de vándalo. Prefiere las casas habitadas por mujeres solas y se para a su puerta con aire de “aquí estoy”, pidiendo sin mendigar. Si no logra su objetivo por las buenas, se las compone para saltar por una banderola y hacer el desbande en mesas y estantes, lo cual le ha dotado de una fama de tipo pesado en el barrio.
Pero tal vez su mayor tropelía haya sido la que cometió contra nuestra vecina de patio. La señora viene una vez al mes y gusta de abrir para atrás puertas y ventanas, para que sus habitaciones se inunden del aire de campo y espanten el aire a encierro. Pues bien, mi peludo Cary Grant descubrió allí un territorio inexplorado, un solar a demarcar antes de que se le adelantara algún aspirante a macho Alfa y, sin dudarlo, saltó por la ventana de la vecina y le milló toda la alfombra del dormitorio. Feo lo suyo, pero no está ni ahí con mi reprobación ni la de los vecinos.
Dicen que a todo chancho le llega su San Martín. Bueno: a todo gato con aspiraciones gansgsteriles le llega una pequeña e insufrible gatita de un mes de insoportable edad. Y lo peor es que él se lo buscó: como abre la puerta dando un salto acrobático (pero –obvio- no la cierra) dejó el camino libre a dos gatitas que alguien abandonó en las proximidades de mi casa (“Si descubro al culpable de tanto desastre, lo va a lamentaaaar, lo va a lamentaaaar”).
Ahí comenzó el Purgatorio de heces desparramadas por la casa, para mí y para él, la humillación de haber sido invadido y por un rival tan indefenso que no le permitía descender de su grandeza para disputarles el terreno. Casi sufría viéndolo contenerse para no abrirles la panza de un arañazo. Primero nos libramos de una de las intrusitas pero la otra seguía quedando y Pastora ya le había puesto nombre y la adornaba con brillantina. Y él deambulaba por el barrio con su aire de rey destronado, con su melancolía de exilio. Hasta hoy , día en que conseguí librarme de la pequeña expósita y ponerla a buen recaudo. Entonces sí: sólo faltaron los acordes de “La marcha triunfal de Aída” para acoger el regreso del monarca a sus dominios, del tipo que me hace escribir 800 palabras sobre él cuando tengo un año de trabajo para planificar
Siempre deseé experimentar aquello que también quería Jim Morrison:
“I need a brand new friend who doesn´t bother me
I need someone –yeah- who doesn´t need me”

(Necesito un nuevo amigo que no me moleste./ Necesito -sí- alguien que no me necesite”)
Jamás pensé que ese anhelo se podría materializar en un cuadrúpedo de larga y peluda cola con actitud de estrella de Hollywood.
En fin, primero y último felino de mi existencia: mi casa es tu casa. Disfruta de las cómodas instalaciones manteniendo lejos de ella el ejercicio de tu masculinidad y obedece al imperativo de procreación lejos de mi umbral. Y –por favor- aprende a cerrar la puerta.

jueves, 29 de enero de 2009

¿QUÉ VES CUANDO ME VES?



Si hay algo de lo que paso en esta vida es de los rencuentros generacionales; respeto a quien gusta de ellos pero a mí me provocan una especie de vacío, no del tipo existencial sino de uno bastante más práctico: vacío de palabras y de intereses.
Aún estamos en una edad en la que -salvo alguna cirugía estética de gran porte- todos nos reconoceríamos, pero así y todo somos, en gran parte, desconocidos. Las personas se esfuerzan por recordar anécdotas en común y hay frases que se repiten hasta el grado de la exasperación: "¿Te acordás de cuando ...?", "¿Qué será de la vida de ...?"
Pero lo peor es cuando me encuentro con ex compañeros que se quedaron en la ciudad y oyen, atónitos, que yo volví "para afuera"Veo en sus rostros la mezcla de asombro y conmisceración, como si me hubiese ido a vivir a una caverna a hacer fuego golpeando piedras y pintar bisontes en las paredes.
Esa mirada que no logra pasar de los accesos a Montevideo está también en gente que voy conociendo (y olvidando tan pronto como puedo), que me trata como un prodigio de la naturaleza porque, viviendo en Santa Clara, conozco a Iggy Pop, a Black Sabbath o a Janis Joplin.
Sí mis queridos uruguayos citadinos: por tierras del Uruguay Profundo ya caminamos erguidos, dejamos de usar taparrabo,conocemos el uso de la rueda y manejamos la escritura. Como aquello de salar carne era una masa optamos por comprar heladeras y como no nos gusta maltratar animales, dejamos de lado las carretas de bueyes para viajar en auto o en ómnibus.
También están los de tipo ingenuo-bucólicos: "¡Ah, qué divino! El campo..., la paz..., la naturaleza..., el andar sin apuro..." Sí claro: leíste "Platero y yo" demasiadas veces y no me has visto alcanzar la velocidad de la luz a bordo de mi bicicleta verde, tratando de llegar al trabajo al menos junto con el timbre de entrada.
En fin: si es cierto que todo depende del cristal con que se mire, a nosotros nos están mirando a través de los lentes de Ned Flanders, el de Los Simpsons. Pero no importa, orgullosos habitantes de esta Villa Santa: estamos en el siglo XXI y a todo trapo; sólo nos falta un Mac Donald (o que los muchachos del restaurante La Barra empiecen a usar gorrito y camisita a rayas).

lunes, 19 de enero de 2009

ES PARTE DE LA RELIGIÓN


"Loos cielos, laa Tieerra..." Así comenzaba el himno que entonábamos mientras la procesión marchaba por las calles de Santa Clara al anochecer, siguiendo a la imagen de la Virgen María y cargando antorchas. Me quedó grabada para siempre la voz de soprano de mi tía, que se elevaba por el aire mientras yo caminaba a su lado, de la mano. Nos deteníamos ante la casa de quien recibiría esa noche la sagrada imagen. Los dueños de casa adornaban la sala con flores y candelabros y allí daba inicio la ceremonia ... y el nerviosismo de los dueños del hogar porque los niños del Padre Alonso portaban las antorchas con una cierta vocación incendiaria; más de una vez las doñas tuvieron que echar unos baldes de agua para apagar el fuego en el pasto mientras en el interior los fieles, imperturbables,rezaban el rosario. Hoy día la procesión es diurna y mucho más reducida. La propia imagen de la Virgen se fue achicando, conforme disminuía la cantidad de feligreses dispuestos a cargarla.
Otra procesión inolvidable era el Via Crucis de Semana Santa al cual mi madre jamás faltaba (tampoco mi tía). Nunca se me hizo tan evidente la intención didáctica de ciertos ritos porque ahí sí que vivíamos en carne propia lo que era sufrir. Había que ser guapo para caminar parando cada vez que el padre decía "Primera estación...", "Segunda estación...", etc al rayo del sol e hincarse de rodillas en las piedras, al son de los resoplidos de los fieles cuyas articulaciones no eran ya de las más nuevas. La llegada a la iglesia era un alivio y la madera de los bancos parecía polifón al lado de los pedruscos de la calle o el asfalto hirviente. Pero recuerdo un Via Crucis en especial, que tuvo una marcha circular, bastante atípica. Resulta que llovía a cántaros, por lo tanto, el Padre Alonso decidió realizar toda la procesión dentro de la iglesia. Demás está decir que el camino de Jesucristo a la cruz nunca fue tan corto (y nuestras rodillas nunca quedaron tan sanas). En aquella ocasión, además de todos los humanos creyentes que se apuraban para no quedar en la estación anterior, contamos con la presencia del Rintintín, un perrito Foster simpatiquísimo que -creo yo- jamás se enteró de que era perro.
Aquella iglesia fue escenario de innumerables ceremonias, pero pocas como las que acontecieron cuando a ella se mudaron unos huéspedes tan inesperados como desagradables: los murciélagos. No era sólo el ruido y los chillidos que proferían a la hora de la meditación.No. Aquellos bichos horribles iban mucho más allá en su grosería y atrevimiento. Cierta vez, en una Misa de Gallo, mientras el Padre bendecía el pan y el vino con los brazos abiertos, una especie de proyectil negro atravesó el aire, pasando entre los brazos del sacerdote: era uno de los mentados animalejos. El susodicho no se conformó con esa irrupción en escena sino que continuó con vuelos rasantes sobre la cabeza de los fieles y del heroico oficiante que continuó en su puesto como si aquella bestezuela gótica no estuviese allí. La gente luchaba por emular su actitud de concentración absoluta pero era muy difícil rezar con un minivampiro sobrevolándoles. Recuerdo haber pensado en Batman primero y en Drácula después, pero enseguida sentí culpa por tales ideas y volví a sumergirme en la oración. Hubo comentarios al salir y me imagino que alguno se tocó la yugular como al descuido, pensando si tendría ajos en casa para traer el domingo siguiente. Luego, en los años en que, incluso fuimos compañeros de trabajo en el Liceo, jamás me atreví a comentar el episodio con el Padre Alonso, pero estoy segura de que aquella noche le subió la presión.

Dedicado al Padre Alonso y su infinita paciencia para con los irreverentes como yo (o como los murciélagos).