lunes, 19 de enero de 2009

ES PARTE DE LA RELIGIÓN


"Loos cielos, laa Tieerra..." Así comenzaba el himno que entonábamos mientras la procesión marchaba por las calles de Santa Clara al anochecer, siguiendo a la imagen de la Virgen María y cargando antorchas. Me quedó grabada para siempre la voz de soprano de mi tía, que se elevaba por el aire mientras yo caminaba a su lado, de la mano. Nos deteníamos ante la casa de quien recibiría esa noche la sagrada imagen. Los dueños de casa adornaban la sala con flores y candelabros y allí daba inicio la ceremonia ... y el nerviosismo de los dueños del hogar porque los niños del Padre Alonso portaban las antorchas con una cierta vocación incendiaria; más de una vez las doñas tuvieron que echar unos baldes de agua para apagar el fuego en el pasto mientras en el interior los fieles, imperturbables,rezaban el rosario. Hoy día la procesión es diurna y mucho más reducida. La propia imagen de la Virgen se fue achicando, conforme disminuía la cantidad de feligreses dispuestos a cargarla.
Otra procesión inolvidable era el Via Crucis de Semana Santa al cual mi madre jamás faltaba (tampoco mi tía). Nunca se me hizo tan evidente la intención didáctica de ciertos ritos porque ahí sí que vivíamos en carne propia lo que era sufrir. Había que ser guapo para caminar parando cada vez que el padre decía "Primera estación...", "Segunda estación...", etc al rayo del sol e hincarse de rodillas en las piedras, al son de los resoplidos de los fieles cuyas articulaciones no eran ya de las más nuevas. La llegada a la iglesia era un alivio y la madera de los bancos parecía polifón al lado de los pedruscos de la calle o el asfalto hirviente. Pero recuerdo un Via Crucis en especial, que tuvo una marcha circular, bastante atípica. Resulta que llovía a cántaros, por lo tanto, el Padre Alonso decidió realizar toda la procesión dentro de la iglesia. Demás está decir que el camino de Jesucristo a la cruz nunca fue tan corto (y nuestras rodillas nunca quedaron tan sanas). En aquella ocasión, además de todos los humanos creyentes que se apuraban para no quedar en la estación anterior, contamos con la presencia del Rintintín, un perrito Foster simpatiquísimo que -creo yo- jamás se enteró de que era perro.
Aquella iglesia fue escenario de innumerables ceremonias, pero pocas como las que acontecieron cuando a ella se mudaron unos huéspedes tan inesperados como desagradables: los murciélagos. No era sólo el ruido y los chillidos que proferían a la hora de la meditación.No. Aquellos bichos horribles iban mucho más allá en su grosería y atrevimiento. Cierta vez, en una Misa de Gallo, mientras el Padre bendecía el pan y el vino con los brazos abiertos, una especie de proyectil negro atravesó el aire, pasando entre los brazos del sacerdote: era uno de los mentados animalejos. El susodicho no se conformó con esa irrupción en escena sino que continuó con vuelos rasantes sobre la cabeza de los fieles y del heroico oficiante que continuó en su puesto como si aquella bestezuela gótica no estuviese allí. La gente luchaba por emular su actitud de concentración absoluta pero era muy difícil rezar con un minivampiro sobrevolándoles. Recuerdo haber pensado en Batman primero y en Drácula después, pero enseguida sentí culpa por tales ideas y volví a sumergirme en la oración. Hubo comentarios al salir y me imagino que alguno se tocó la yugular como al descuido, pensando si tendría ajos en casa para traer el domingo siguiente. Luego, en los años en que, incluso fuimos compañeros de trabajo en el Liceo, jamás me atreví a comentar el episodio con el Padre Alonso, pero estoy segura de que aquella noche le subió la presión.

Dedicado al Padre Alonso y su infinita paciencia para con los irreverentes como yo (o como los murciélagos).

1 comentario:

vico dijo...

Wow Carmen, que alegria me das que hayas actualizado el blog!
Escribis tan bien que es imperdonable que tardes tanto en actualizar.

Hermoso relato. No tengo mas que opinar que lo disfrute montones, que admiro como escribis, que espero las editoriales montevideanas no olviden leerte y reconocer tu trabajo. Y que no olvides, que si no sos profeta en tu propia tierra siempre habra un lugar para tus letras en otra parte del mundo.

un abrazo!!