jueves, 29 de enero de 2009

¿QUÉ VES CUANDO ME VES?



Si hay algo de lo que paso en esta vida es de los rencuentros generacionales; respeto a quien gusta de ellos pero a mí me provocan una especie de vacío, no del tipo existencial sino de uno bastante más práctico: vacío de palabras y de intereses.
Aún estamos en una edad en la que -salvo alguna cirugía estética de gran porte- todos nos reconoceríamos, pero así y todo somos, en gran parte, desconocidos. Las personas se esfuerzan por recordar anécdotas en común y hay frases que se repiten hasta el grado de la exasperación: "¿Te acordás de cuando ...?", "¿Qué será de la vida de ...?"
Pero lo peor es cuando me encuentro con ex compañeros que se quedaron en la ciudad y oyen, atónitos, que yo volví "para afuera"Veo en sus rostros la mezcla de asombro y conmisceración, como si me hubiese ido a vivir a una caverna a hacer fuego golpeando piedras y pintar bisontes en las paredes.
Esa mirada que no logra pasar de los accesos a Montevideo está también en gente que voy conociendo (y olvidando tan pronto como puedo), que me trata como un prodigio de la naturaleza porque, viviendo en Santa Clara, conozco a Iggy Pop, a Black Sabbath o a Janis Joplin.
Sí mis queridos uruguayos citadinos: por tierras del Uruguay Profundo ya caminamos erguidos, dejamos de usar taparrabo,conocemos el uso de la rueda y manejamos la escritura. Como aquello de salar carne era una masa optamos por comprar heladeras y como no nos gusta maltratar animales, dejamos de lado las carretas de bueyes para viajar en auto o en ómnibus.
También están los de tipo ingenuo-bucólicos: "¡Ah, qué divino! El campo..., la paz..., la naturaleza..., el andar sin apuro..." Sí claro: leíste "Platero y yo" demasiadas veces y no me has visto alcanzar la velocidad de la luz a bordo de mi bicicleta verde, tratando de llegar al trabajo al menos junto con el timbre de entrada.
En fin: si es cierto que todo depende del cristal con que se mire, a nosotros nos están mirando a través de los lentes de Ned Flanders, el de Los Simpsons. Pero no importa, orgullosos habitantes de esta Villa Santa: estamos en el siglo XXI y a todo trapo; sólo nos falta un Mac Donald (o que los muchachos del restaurante La Barra empiecen a usar gorrito y camisita a rayas).

No hay comentarios: