domingo, 22 de febrero de 2009

MUJER, MUJER, MUJER: LIBÉRATE


Mujer de Santa Clara, mujer del mundo, mujer globalizada: ¿eres tú independiente?
Si has respondido que no, te invito a que sigas leyendo. Si has respondido que sí, también.
Tienes un trabajo, ganas tu dinero, te mantienes sin pedir ayuda a otros u aportas tus ganancias al seno familiar, has hecho cursos de computación, dactilografía , grabado en cuero, danza de salón, pintura en tela, doma racional, etc. Has estudiado para ser médica, maestra, profesora, ingeniera agrónoma o astronauta. Te sientes pues, una mujer independiente, con un rumbo que tú misma vas trazando. Incluso la maternidad y el sexo te dan un sentido de poder a veces oculto, otras explícito.
Pues bien, aquí viene la mala noticia NO LO ERES. Y la respuesta no necesita ser explicada en muchas palabras.
Simplemente piensa en una lamparilla quemada a una altura que requiere de una escalera de esas bieeeeeeen altas para sacarla. Da inicio entonces la procura del hombre que la tiene; llegas a él y resulta que la prestó a alguien que, a su vez la prestó, y que más tarde la devolvió …rota. Te subirás a una silla montada sobre una mesa que tendrá encima un banquito y entonces lo lograrás. Descenderás de la pirámide con un sentido de triunfo.
Mas ahora quiero que pienses en otra situación: el enchufe que, sin dar aviso, simplemente explota. Ahí saldrás en busca del electricista que pueda sacarte del apuro y reparar ese vital elemento del que dependen tu computadora, tu plancha, tu radio y tu televisor. Cuando al fin le das alcance (tras largas averiguaciones, persecuciones en moto o bicicleta e innúmeros llamados a celulares con correo de voz), le dirás con angustia cuál es la tragedia doméstica que te ocurrió. “Ah, bueno, ahora estoy tapado de trabajo, pero en cuanto pueda me doy una vueltita” (el trabajo lo tapará como si lo hubiese sepultado, porque no lo verás en tres semanas) o “¿Es una toma xrz3#&2mm o es una ñ[yy@%1cm? Con humilde sinceridad le responderás que es un coso para enchufar el grabador y esperarás a que revuelva en esa caja de Pandora que suele llevar…y no encontrará. Tú irás a un comercio del ramo y le explicarás al vendedor la nada que entendiste y el vendedor hará una práctica de adivinación para venderte algo que … no es. Ahí volverás en varias ocasiones hasta que el operario, cansado o compadecido, irá motu proprio y comprará el aparatejo.
Con infinita crueldad y resentimiento te propongo otra caso ilustrativo: decidiste poner cortinas nuevas en el comedor, pero las paredes de ahora son “anticlavo”, así que necesitarás un taladro y, si no tienes uno en casa, abrirás nuevamente las puestas al inefable operario de amplia sonrisa y frases tranquilizadoras: “Pah! Estas paredes son durísimas, se me va a quebrar la mecha del taladro, vamos a intentar más abajo “ y PRRRRRRRRRRRRR… los famosos tacos fischer para tus lindas cortinas color añil, quedan instalados en tanto tú piensas qué adorno colocar en el agujero tamaño cráter que quedó encima. Pero, en fin, siempre hay algún lindo adorno que te trajeron de algún viaje y lucirá muy bonito.
Ahora cierra los ojos y piensa: se rompió un caño en aquel sitio sagrado de tu casa al que concurre la gente, donde hace fuerza el más cobarde y se desgracia el más valiente.
Aparece en escena un nuevo miembro de la cofradía y tú correrás a buscar dónde queda el maldito pase de agua y harás surcos trayendo y llevando caños de medidas erradas hasta dar con el correcto que es… corto. Bien, con buena voluntad y la bienamada cinta de teflón lograrán conjurar la amenaza y podrás abrir las canillas y tirar la cisterna sin temores.
¿Y qué tal si necesitas una nueva mesa cuyo tamaño no coincide con las que hay disponibles en plaza? Já: habrás de ir donde Maese Carpintero, le darás las medidas y te sentarás. Esperarás a que crezca el árbol, a que un forzudo hombre lo tale a motosierra y otros forzudos hombres le saquen la corteza y lo transporten. Luego deberás aguardar a que le den forma de tablones. Entonces se iniciará una negociación del carpintero con los vendedores de madera que será algo menos compleja que sacar visa para los Estados Unidos. Finalmente, la madera llegará al taller y el carpintero iniciará su larga y paciente labor, mirando su reloj ,que marcha muuuuuucho más lento que el tuyo. Cuando al fin llega el preciado objeto a tu hogar lo acunarás como a una criatura porque, en definitiva, lo has esperado más que a un hijo.
Volvamos entonces a lo del principio: ¿Eres tú una mujer independiente?
¡¡¡¡CLARO QUE NO!!! Y lamento en serio tener que comunicártelo, tan luego yo, que viví casi 30 años en esa ilusión.
Entonces mujer (in)dependiente de Santa Clara asúmelo: tu independencia no la declararon el 25 de agosto de 1825: tu independencia estará escrita y rubricada cuando recibas tu diploma de electricista, plomera, carpintera y- si tienes computadora- de técnica en informática.
Pero mientras tanto podemos echar mano a algunos trucos. Por ejemplo, no sería mala idea hacerles creer a los inefables prestadores de servicios que tenemos en casa un muñequito de vudú que se parece mucho a ellos y al que le clavamos alfileres en lugar muy apreciados por ellos, o que fuimos a Brasil y aprendimos una macumba de las buenas. La escalera llegará sana y a tiempo, el enchufe está pronto en el día, el caño será de la medida correcta y la mesa parecerá hecha en un Mac Donald de tan rápida.
Entonces, mujer, mientras aguardas tu diploma de cerrajera profesional, emplea otros recursos y si nada de eso funciona …LLORA. No es muy emancipador pero es infalible.

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