martes, 4 de agosto de 2009

EL ARTE DE SALUDAR


La vida de pueblo exige¨ el cultivo de artes peculiares, de ritos que hacen parte de nuestra identidad. Tal vez uno de los más complejos sea el arte del saludo: ¡sí señor! ¿acaso cree usted que saludar es únicamente decir ¨hola ¿qué tal?¨y nada más? Error. sería así de fácil si ambas partes involucradas estuvieran en movimiento, pero ahí es justamente donde la cosa entra a complicarse. Prueba tú a salir a hacer los mandados y saludar al señor que está sentado o parado a la puerta de su domicilio conocido.¨¿Cómo anda Don?" Seguirás tu trote-camino rogando que no haya cola en el Banco o que la UTE no haya cerrado. Cuando vuelvas, el señor estará allí mismo donde estaba en la primera ocasión: ¨¿Todo bien?"
Claro, tu jornada no se detiene ahí y tendrás que galopar hacia el trabajo; para ello habrás de pasar ... por donde el estático señor:¨¿Y...? ¿Cómo anda eso?" (no hay nada que ande porque el buen hombre simplemente está). Emprenderás el regreso ya pensando en qué preparar para la comida pero -hete aquí- en tu camino está el inefable señor que a esa altura forma parte del ornato público. Echarás mano del ingenio y dirás algo así como ¨¿Tónces...?" Cualquier cosa antes que ser antipático.
Pero suponte que aún te aguarda una nueva salida (por ejemplo: a comprar la otra mitad de las cosas que olvidaste).Ahí sí: apelas al infalible recurso meteorológico (¨¿Qué tiempito ¿eh) o cruzás de vereda porque ya se te habrá agotado la lista de frases de circunstancia, vencido por la tradición de estar, esa que te obliga a perfeccionar el complejo y ancestral arte de ser simpático en el pueblo.

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