martes, 4 de agosto de 2009

Y ME GUSTAN ESOS RAROS MARCIANOS NUEVOS


He dicho hace poco (y lo sostengo) que saludar en el pueblo es todo un arte, cultivo de tradición y fortalecimiento de vínculos. Pues bien: la modernidad vino a complicar las cosas. La mudanza llegó de la mano de una ordenanza de tránsito: la obligatoriedad para los motociclistas de usar casco. ¡¡Estamos prontos!!, ahora sí que complicó. Si ya era difícil andar repartiendo saludos cual Reina de las Llamadas entre un mar de gente conocida, ahora es casi misión imposible. Saludar seguimos saludando pero... ¿a quién? ¡Ah, eso tal vez nunca lo sepas! Los cotidianos y apreciados habitantes de la Villa Santa han sufrido una horrible mutación: ahora son un exótico grupo de seres con la cabeza cubierta por esa especie de tocado de astronauta. Entonces tus categorías se alteran completamente: aquel con quien no te das hace diez años recibe un fervoroso saludo de tu parte, habiéndolo confundido con tu solidario vecino; la adorable señora que, temerosa a las multas, se calzó el gorro de extraterrestre recibe de tu parte apenas un displiscente gesto porque la supusiste nueva en el pueblo ,y así la vas llevando: rodando entre anónimos conocidos de siempre.
¡Y bué! los santaclarenses hemos hallado una nueva forma de escaparle a la rutina, jugando a adivinar quién va y quién viene, transfigurado por el nuevo look cuasi-alienígena.
¡Que cosa esto de los tiempos modernos!

No hay comentarios: