martes, 16 de septiembre de 2008

QUE NO LAS HAY, NO LAS HAY


Siempre me sentí una imbécil a la hora disfrazarme de bruja y salir con una calabaza anaranjada de plástico arreando un grupo de niños que mascullaban "Dulciutravesura", aipiñándose unos contra otros y muertos de verguenza, cumpliendo de este modo con el sacrosanto ritual del Halloween.
El Halloween en Santa Clara merecería un estudio aparte. Siempre me he preguntado qué pasa por la mente de los pasivos que esperan sentados a la puerta del Banco mientras pasan unos niños vestidos de algo indefinible: medio Jason, medio cow-boys, medio vampiros y más atrás una mujer envuelta en cuanto trapo negro halló en el ropero y tratando de lucir diabólica.
La madurez y los años de teacher me enseñaron a respetar una maravillosa tradición céltica en que los antiguos druidas espantaban a las almas de los muertos para que dejasen a los vivos seguir en la suya buenamente. Pero en lo que además respecta me seguí sintiendo una imbécil sólo que ahora ,además, temo que algún druida indignado me fulmine de un rayo iracundo. Espantoso final el de acabar en plena calle convertida en un emplasto de PVC anaranjado y caramelos de banana.

1 comentario:

vico dijo...

y yo no puedo creer que tu ciudad festejen Halloween! qué cambios Dios mío!!!