miércoles, 16 de abril de 2008

BLANCA Y RADIANTE



Tal vez el casamiento no haya sido ni sea,en mi caso,una de esas cosas que uno puede llamar una obsesión (al fin y al cabo ya tengo bastantes), pero que lo pensé lo pensé y en alguna época me vi entrando a la Iglesia de blanco mientras sonaba la marcha nupcial y todo eso. Después no sé: en algún punto del camino apreté el acelerador y fui a dar a otra parte; en lugar del país de Susanita terminé en el país de Mafalda.
Pero las bodas tienen esa cosa maravillosa del blanco, las velas, la emoción que no sabés bien de qué o de dónde nace.
Dado que en mi infancia yo pasaba mucho tiempo en casa de mi abuela, cerca de la iglesia, con mi tía menor asistíamos a casi todos los casamientos a título de invitadas o de observadoras (antes se le decía coladas o mironas). Cuando no nos tocaba de cerca el evento podíamos observar a gusto y gana y considerar más si el vestido le quedaba grande a la novia o si sabía caminar de tacos, que la emoción de la familia o esas cuestiones de índole sentimental.
En una de esas ocasiones en que asistíamos desde una perspectiva externa -de afuera,que digamos-fuimos testigos, literalmente, de un golpe de realidad. Ya culminada la ceremonia, cuando los novios se acercaban a la salida transportados por el Aleluya ,y zarandeados por los parientes y curiosos que querían saludarlos , una muchacha decidió practicar uno de los ritos más antiguos que tienen que ver con el casamiento. Atenazada tal vez por su temor a la soltería (o por alguna doña casamentera) se acercó a la recién desposada y pisó el borde del vestido, poniendo allí su pie y todas sus esperanzas de que, como reza la tradición, le atrajera un matrimonio seguro. Lo que le atrajo fue una cachetada que resonó en el umbral del templo. Y en medio del silencio que siguió, se oyó la voz airada de la madrina: "¡Estúpida! ¡No lo pises que es alquilado!"
Hasta hoy supe si los contrayentes se enteraron o no del episodio . Lo que sí sé es que allí fenecieron mis intenciones de pisar algún ruedo satinado y tal vez -sólo tal vez- sea esa la causa de que tampoco me haya atrevido a pisar un altar: por miedo a que alguna pariente iracunda aguarde a la salida.

7 comentarios:

Saraza dijo...

Me hiciste reír! Me acordé de los murciélagos que volaban arriba de la novia durante el casamiento. Esa iglesia tiene varios cuentos, lástima que ya no esté, ni ella ni el padre Alonso.

Leyendo las frases que más odias, recuerdo que una vez me dijiste que odiabas que te dijeran “no cambies nunca” ya que te castigaban a quedarte siempre igual, sin los beneficios que trae el crecer.

Un abrazo!

Iso

Carmen Ramírez dijo...

Es bien cierto lo de la frase y es bueno que me lo hayas recordado. También recuerdo una que otra de los murciélagos católicos, cómo no.

Carmen Ramírez dijo...

Es bien cierto lo de la frase , y es bueno que me lo hayas recordado.
En cuanto a lo otro: tengo una que otra anécdota de los murciélagos eclesiásticos, cómo no.

Carmen Ramírez dijo...

Y tengo una chochera galopante: publiqué dos veces el mismo comentario

Susana Peiró dijo...

Carmela...uno nunca sabe qué ruedo ó callo, puede pisar! Debemos estar atentas!

Blanca y radiante me hizo reir desde el título, y me trajo la canción, cómo no!

No obstante, y como nunca se sabe, tampoco te alejes tanto del altar. Recordá que siempre podemos ser nosotras y nuestro casamiento...la anécdota de otro!

Besos Grandotes Simpatiquísima Mujer!

Carmen Ramírez dijo...

Gracias Susana. Y sí: el reverso de la moneda es ese; tal vez un día nos convirtamos ser el personaje y no quien mire.
Te digo: como materia narrativa no hay como los casamientos y los velorios.
Un abrazo.

Vico dijo...

jejeje de mas!
Me gusta leer el humor sobre dos eventos que no asisto: casamiento y velorios. En primero jamas sere protagonista porque pocos paises legalizaron el matrimonio gay, (y los que lo legalizaron igual no respetan nada!) y el ultimo tampoco sere personaje ya que mi ultima voluntad es que no me velen, menos me entierren jejeje

Gracias por hacerme reir con tu post. Saludos,