Entre charla y charla paró la lluvia y arranqué para estos lados. Parado a la puerta, convocando a su niño y a otros, estaba el Agropecuario; su invitación a tomar unos mates fue el pretexto para un rato de esos buenos en los que uno no siente ganas de ser otra cosa que uno mismo.Departí con la flia, me deleité ojeando algún material viejísimo que llegó a mis manos, hice dormir a la niña (que enseguida se despertó), y continué por la huella. He llegado a admirar la devoción con que este hombre atesora libros y revistas, panfletos y otras yerbas, y a compartir el placer de reconocernos en esos testimonios o de rescatar momentitos o largos ratos del pasado
Bien, el clima está definitivamente raro: los truenos dicen una cosa y la incipiente claridad del cielo otra. Son las tres de la tarde y el verde revive en los yuyos que ascienden por el terraplén, en el cañaveral del otro lado de la calle, en los árboles que ya son de otro barrio, de otra calle, de otra gente. Por comodidad más que por voluntad poética he preferido adivinar la geografía de esos otros lugares en vez de recorrerla. Y recién ahora empiezo a comprender la importancia de mirar para afuera que, muy en el fondo, no es otra cosa que "mirarse mirar"
Domingo 11 de febrero de 2002
No hay comentarios:
Publicar un comentario